A finales del pasado mes de octubre tuve la exquisita oportunidad de participar del evento Books in Browsers 2011 en San Francisco, California. BIB11, el segundo encuentro anual sobre la industria editorial digital organizado por The Internet Archive y O’Reilly Media, fue concebido desde sus inicios como la celebración de una cumbre para discutir el diseño y desarrollo del libro del futuro (“building the next book”, como reza el lema del evento). Diseñado para un máximo 150 participantes (por invitación), BiB11 propone dos días intensos de discusión profunda y de peso entre pares, generando un espacio donde compartir hallazgos y propuestas, conscientemente dejando a un lado la retórica de mercadeo y ventas que permea otros eventos y convenciones en los circuitos editoriales, de programación y diseño gráfico digital.
El subtítulo del evento de este año fue “Beautiful Books”, o “libros hermosos”, aludiendo tanto a consideraciones de diseño y producción editorial efectivos como a elementos afectivos del proceso de lectura. Según la convocatoria publicada en el blog del evento, se propuso considerar los libros del futuro ya no como contenedores de contenidos circunscritos, sino como conjuntos distribuidos de interacciones en red. Los libros del futuro, así concebidos, evidenciarían y facilitarían una amplia gama de encuentros, desde textos profundamente inmersivos, hasta exploraciones de narrativas múltiples, tornando porosas las fronteras entre los roles del escritor y el lector.
El programa de ponencias fue francamente caleidoscópico. Entre los temas tratados se habló de la necesidad, bondades y limitaciones de estándares, protocolos y flujos de trabajo (“workflows”) de diseño y programados para publicar libros digitales, desde las más recientes novedades en el formato EPUB4 a la implementación de HTML5, XML y CSS. Se discutió el desarrollo de interfaces útiles para facilitar la interacción en el ejercicio de la lectura digital, particularmente tomando en cuenta el cambio de paradigma del formato códice (y sus páginas) al formato digital (y sus pantallas y ventanas). Se analizaron las tendencias actuales del mercado de libros digitales (así como su futuro en lo que Brian O’Leary de Magellan Media Partners denominó la oportunidad en la abundancia) y su impacto en nichos específicos como el mundo de las bibliotecas, el mercado hispanolector, el desarrollo de libros digitales en Japón, entre otros. Se abordó el tema de la accesibilidad a contenidos digitales, desde las perspectivas de los equipos tecnológicos de lectura digital hasta protocolos de catalogación de libros digitales. ¡Inclusive, Mary Lou Jepsen, CEO de Pixel Qi y co-fundadora de la iniciativa One Laptop Per Child, nos asombró con la noticia del lanzamiento del servidor de libros tipo Open Publication Distribution System (OPDS) Pathagar por medio de un SheevaPlug, capaz de generar una biblioteca digital portátil de acceso libre tipo hotspot conectando un miniservidor de bajo costo a un receptáculo casero de electricidad!
Se presentaron, además, alternativas de programados para la autopublicación (“self-publishing”) digital, tales como BiblioCrunch y RedLemonade, entre otros. Se discutieron consideraciones del derecho a la privacidad del lector y el Reader Privacy Act de California, la primera ley de privacidad del lector digital en el mundo. Se presentaron diversos acercamientos a narrativas y textualidades no lineales y su utilidad para difundir contenidos cuyos públicos o formatos alcanzan insospechadas posibilidades a través de la mediación digital: novelas gráficas y cómics, libros de arte, materiales de referencia, textos multilingües, narrativas transmediáticas, etc. Particularmente interesante para mí como investigadora de las TIC y la gestión cultural fue el componente temático vinculado a la lectura social o colaborativa, desde los ámbitos de las redes sociales hasta la investigación académica de archivo. Se discutió particularmente el rol de la anotación social digital como un componente particular de metadatos con el potencial de transformar los modos de producir, consumir, compartir y generar contenidos, partiendo desde la experiencia de lectura personal, hacia una lectura interactiva que se enlaza en redes de significados contextuales y comunitarios en línea. Maravillosa marginalia, las anotaciones, citas y comentarios a textos digitales prometen excitantes posibilidades de integración y aplicación de la lectura en red (“networked books and networked reading” al decir de Kevin Kelly, editor ejecutivo fundador de Wired) a través de las TIC – no hay más que ver los casos particulares de Findings, Small Demons, YourSocialBook, Open Annotation Collaboration y SharedCanvas, presentados por sus creadores y desarrolladores en BiB11, para inspirar posibles proyectos transformadores, adaptados a nuestros particulares contextos informáticos en Puerto Rico. Yo por mi parte ando ya rumiando planes y proyectos de marginalia feroz…
Para aprender más sobre los contenidos discutidos en Books in Browsers 2011, los invito a ver los videos de las ponencias presentadas en el evento, actualmente archivados y publicados gratuitamente en el canal de YouTube de O’Reilly Media; las presentaciones tipo PowerPoint o Prezi que ilustraron cada ponencia pueden accederlas aquí.
Mila, disfruté mucho tu entrada al blog, porque me dio la oportunidad de conocer un poco más sobre los libros electrónicos. Si bien es cierto que esta plataforma lleva algún tiempo entre nosotros, también lo es mi reciente interés los e-books -especialmente cuando supe que mis hermanos en casa, comparten no sólo ejemplares sino colecciones completas de bibliotecas en ese formato-.
ResponderEliminarAnécdotas aparte, a través de la clase, y de las aportaciones de los colegas he podido internalizar el encomiable esfuerzo que conllevan el desarrollo de estos productos gracias a la colaboración de tantos lectores críticos, y de las ideas que se exponen en congresos como el que fuiste tú. Si se trata de asumir un reto, lo asumo, tomando en consideración que el e-book parece convertirse en un objeto poderoso, si tomamos en cuenta que éste ayuda la imaginación y estimula la interacción... tanto con el mismo libro como con el autor (Parkes, 2010).